Época: Imperios y unificaci
Inicio: Año 1858
Fin: Año 1859

Antecedente:
La unificación italiana

(C) Federico Lara Peinado y Joaquín Córdoba Zoilo



Comentario

De todos modos, los acuerdos diplomáticos no consiguieron aplacar los movimientos populares que habían desembocado en gobiernos populares, bajo el patrocinio piamontés, en diversos lugares de la Italia central. En agosto fueron elegidas asambleas en Toscana y Modena, que destronaron a sus príncipes y votaron por la anexión a Piamonte. Lo mismo ocurrió en Parma y Romaña durante la primera quincena de septiembre. Aunque Piamonte manifestó cautela, antes de aceptar estas demandas, las cuatro provincias constituyeron una liga militar que trataron de poner bajo el mando de Garibaldi, aunque ello provocase el recelo de los sectores más moderados, que temían el revitalizamiento de la influencia de un Mazzini que seguía tratando de implantar la república unitaria. A comienzos de noviembre se nombró un regente para esas provincias, el príncipe de Saboya-Carignano, que era sobrino del rey Víctor Manuel. Todo respondía a una coyuntura internacional delicada en la que nada se podía hacer sin el consentimiento de Napoleón III, que sugirió la convocatoria de un congreso europeo para resolver los problemas de la Italia central y que, desde finales de ese mismo 1859, venía prodigando las señales de apoyo a la causa italiana. Por una parte, había hecho publicar un folleto (Le Pape et le Congrès) en el qué abandonaba definitivamente las posiciones neogüelfas y recomendaba al Papa el abandono de las Legaciones y las Marcas. "Mientras más pequeño sea el territorio -era una de las afirmaciones allí contenidas-, más grande será el soberano". Por otra parte, parecía decidido a desligarse del apoyo católico, como parecía demostrar la destitución del ministro de Asuntos Exteriores, el católico conde Walewski. También el Reino Unido veía con simpatía el desarrollo de la causa unificadora, ya que suponía la consolidación de un Estado liberal frente a lo que la opinión pública inglesa calificaba de tendencias absolutistas del catolicismo papista. El cambio de coyuntura convenció a Cavour para retornar a la presidencia del Consejo y activar las demandas de unificación en las provincias centrales. Los plebiscitos celebrados los días 11 y 12 de marzo, a través de un sufragio universal fuertemente mediatizado por las autoridades piamontesas, dieron abrumadoras mayorías a los partidarios de la unificación y Piamonte acordó por decreto la incorporación de las cuatro provincias a finales de ese mismo mes. Previamente, Piamonte había acordado la cesión de Niza y Saboya, de acuerdo con las previsiones hechas en el tratado de enero de 1859. La cesión fue dada a conocer el día primero de abril y ratificada por plebiscitos que se celebraron unas semanas después.